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Helena Villar Janeiro

05/07/2016 | Sin categoría
helenavillar Helena Villar Janeiro

Helena Villar: “El hombre debe aprender un nuevo rol que se adapte a la mujer libre de tomar decisiones, aunque afecten a ambos”

Nací en 1940 en una “vila” gallega y tuve una infancia atípica. Era pobre, pero mis padres tenían un nivel cultural superior a su economía. Mi padre me deseó como niña y me hablaba de las modelos que podría seguir: Pasionaria, Rosa Luxemburg, Hildegart, Rosalía, Clara Campoamor… Mi madre había estado en Donostia 15 años y me narraba un mundo muy estimulante para la imaginación. Apenas estuve escolarizada, pero –gracias al apoyo de mi madre- a los 14 años comencé estudios por libre y terminé dos carreras, la segunda realizada ya desde la escuela rural a la que me habían destinado. Me gustaba el bel canto pero tuve que renunciar a ese camino por  falta de medios para salir a formarme. Cuando me ofrecieron una beca ya tenía mi escuela y decidí seguir la carrera profesoral que finalicé en un Instituto  de Santiago de Compostela. En el mundo rural también empecé a escribir poesía. Me casé con otro escritor y la vida literaria fue fácil y fructífera a su lado. Tengo una hija poeta, ensayista y profesora universitaria, y un hijo pianista y compositor.

Desempeñé responsabilidades relevantes en el ámbito cultural, pues he presidido la Fundación Rosalía de Castro durante 7 años y formado parte del Plenario del Consello da Cultura Galega durante el mismo tiempo.

Escritora de poesía, narrativa, literatura infantil y juvenil, ensayo. ¿Qué género te ha reportado más satisfacciones?

Sin duda, la poesía. La narración y el ensayo son retos. Para la infancia escribí cuando tuvimos necesidad de proporcionarles a los hijos lecturas que no tenían en gallego, la lengua familiar. Luego acabaron publicándose y fui una de las pioneras en esta modalidad literaria escrita en gallego. Llevo una columna semanal en El Correo Gallego, desde 1992, experiencia muy gratificante por la interacción inmediata que se crea con los lectores y lectoras. Desde hace cuatro años tengo un proyecto en la red desde el que hago activismo cultural y trabajo con fotografía y texto literario. También enseño el idioma gallego con una programación facilitadora y eficaz para aquellas personas que deseen aprenderlo o mejorarlo por medio de un blog.

¿Qué se siente al recibir la letra E de la Asociación de Escritores e Escritoras en Lingua Galega (AELG)?

Tuve dos entregas en lo que podemos considerar trabajo. Para la profesión había obtenido un título. Para la vocación, no. Por lo tanto, recibo ahora –por la práctica continuada y de manos de una prestigiosa asociación- el título que me declara oficialmente escritora. No puedo más que sentir el legítimo orgullo de una distinción que premia el duro trabajo de bregar con las palabras para transformar sus significados, ampliar su sentido y hacerlas capaces de trasportar mundos ficcionales de un interior a otro interior.

¿Qué significa para ti una mujer con valores?

Hoy me es muy difícil distinguir los valores que debe tener una mujer de los que debe tener un hombre. Pero esta igualdad también sé que no es más que un deseo que deberá cumplirse todavía cuando ambos géneros compartan la equidad que está tras el horizonte. En principio, una mujer con valores me parecerá aquella que cultive su autoestima crítica, que no acepte ser una ciudadana de segunda clase, que busque formación e independencia económica y que sea solidaria, sobre todo con sus congéneres. En el plano social, será aquella que se muestre tolerante con los avances sociales y coopere al bien común sin olvidar los aspectos ecológicos. La Tierra también es femenina y nos necesita.

¿Cuáles son los valores que han marcado tu trayectoria?

De los rasgos de mi carácter que sustentan valores destacaría la fidelidad al cumplimiento del deber, la solidaridad con las causas que me necesitan, la tolerancia con los demás –non tanto con mis defectos-, la disponibilidad para ayudar en lo que pueda, la capacidad para trabajar en grupo y la coherencia entre el pensar y el hacer. Tengo sentido del humor y una dosis de diplomacia que facilitan la convivencia.

¿Y el hito de tu vida del que te sientes más satisfecha?

La vida familiar, incluyendo la educación de nuestros hijos. No es fácil una vida familiar grata y constructiva para una madre que tiene también profesión –la enseñanza- vocación –la literatura- y que se entrega a tres cosas. Debo agradecer la colaboración de todos los miembros de la familia, muy particularmente la de mi marido, para que todo esto pudiese salir bien. Me gusta creer que los valores que sé que rigen la vida de nuestra hija y de nuestro hijo están relacionados con la educación que recibieron.

En tu opinión, ¿cuáles son los principales retos a los que se enfrenta la mujer hoy?

Mujeres y hombres de hoy se enfrentan juntos al gran reto de la igualdad, al que no es posible llegar nosotras sin su ayuda y sin sus cambios. Las mujeres deben conquistar, ante todo, el derecho a la libertad real dentro y fuera de la vida familiar –sea cual fuera su modelo de familia- y los derechos laborales. Y el hombre debe aprender un nuevo rol que se adapte a la mujer independiente y libre para tomar decisiones, aunque afecten a ambos. Si esto se consigue, la mujer habría avanzado mucho. Podría ejercer o no uno de sus derechos más importantes, que no deber individual: el de la maternidad. El deber colectivo de la procreación estaría facilitado para que no exija a ninguna mujer renunciar a lo que hoy se le obliga si decide ser madre.

¿Cuál es el consejo más importante que te han dado? ¿Y el que tú darías?

Quizás fue el de mi madre cuando me animó a que continuase estudios universitarios, pues ocasionaron muchos cambios buenos en mi vida. Y creo que es una buena recomendación formarse para tener juicio crítico, imprescindible para obrar con libertad y para tener empatía con el prójimo del que nada nos debe de ser ajeno.

¿Y la mujer a la que más admiras?

Por mi vinculación con ella a través de las lecturas y la traducción de su obra poética, por ser una adelantada a su tiempo, por saber ser solitaria y solidaria, y por la gran transcendencia de su obra para su pueblo y su lengua al mismo tiempo que una mujer universal, admiro sobremanera a Rosalía de Castro.

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